Gracias, Sharathji
Desde que me enteré de la triste y repentina muerte de Sharathji el 11 de noviembre de 2024 han pasado muchísimas cosas. En este post he ido recopilando un poco de todo. Ha sido mi forma de ir sobrellevando la tristeza de la noticia. Te comparto muchas cosas distintas: primero una especie de diario de cómo me enteré y fui afrontando la noticia, también algunos textos que vi en instagram y me parecieron especialmente bonitos de maestros y estudiantes de ashtanga. Te comparto el mantra que le cantamos para despedirle, y muchas otras cosas, como lo que significa para mí Sharathji, y alguna anécdota o vivencia…
Pero antes, quiero mandarles un abrazo fuerte a todos los que, como yo, se sienten con el corazón roto. Ahora más que nunca permanezcamos unidos, mantengamos viva la llama. Sus enseñanzas están en cada uno de nosotros y siempre guiarán nuestro camino.
Dos semanas sin Sharathji
La noticia de la muerte de Sharathji me cayó como una loza encima la mañana del 12 de noviembre. Fue lo primero que leí al encender el móvil. Uno de sus conductores de rickshaw me escribió un mensaje que decía: Shrathji no more. Al principio, pensé que se refería a que no trabajaba más para él, pero enseguida vi la avalancha de mensajes en el grupo de Sharath Yoga Centre: Sharathji había fallecido repentinamente en EEUU, aparentemente de un ataque al corazón, mientras paseaba por el bosque con sus estudiantes.
Fue tan repentino. Fue un shock. Me costaba tanto creerlo, no paraba de leer mensajes, completamente atónita.
-¿Esto es real, por qué? Pero si se le veía bien…-
Procesar una noticia así lleva su tiempo. Sentía que mi mente buscaba la forma de escapar del dolor y continuamente me intentaba distraer para postergar el efecto devastador de la noticia: la tristeza, el vacío, el dolor, la incertidumbre, mis sueños rotos… Oleadas de emoción iban y venían, me cogían desprevenida. Poco a poco fui cayendo más en la cuenta, y fueron apareciendo más preguntas.
-¿Qué voy a hacer ahora?, ¿qué va a pasar ahora?, ¿cómo estará su hija, su mujer, su madre?, ¿y los estudiantes que estaban allí?-
No sabía si ir a practicar a la shala, pero en casa solo daba tumbos. La cabeza no paraba, intentando entender. Al final fui. Durante la práctica, por momentos me enfadé y sentí algo de rabia, luego volvían las preguntas, la energía se empezó a sentir más pesada, así que me fui a los backbends y, por fin, casi al final, salieron las lágrimas. Me volví a casa todavía desconcertada, desolada y, al poco tiempo, me avisaron Gri y Marino para quedar. Era un día para acompañarnos.
-Uf, menos mal-
Me salvaron porque ya estaba de nuevo dando tumbos en casa, sin saber muy bien qué hacer. Estuvimos un rato hablando de todo, tratando de encajar lo que estaba pasando, pero seguíamos sin dar crédito. Lo recuerdo como una especie de burbuja en medio de la gente. Solo repetíamos frases como:
-¿Pero esto es verdad?, bueno, es la vida, es lo que hay. Toca aceptar-
Estábamos en una especie de bucle: de la incredulidad a la aceptación, y viceversa. Y es verdad: así es la vida, pero eso no quita que duela, que se sienta el vacío. Estaba siendo muy duro, muy difícil de asimilar. Nos despedimos con la certeza de que a partir de ahora todo iba cambiar, y con la gran incertidumbre de cómo será el futuro. Con el paso de las horas, la tristeza se me instaló dentro, era cada vez era más densa. Las lágrimas eran pesadas. Yo iba a ir en febrero y me hacía verdadera ilusión. Pero ahora había que centrarse en ir a trabajar y seguir con las obligaciones. La vida seguía, aunque por dentro estaba totalmente pausada. Me pasé el día abriendo el móvil de forma obsesiva esperando la mínima actualización. Me preguntaba si en algún momento iba a despertar de esta pesadilla. Pero no.
Empecé a ver algunas publicaciones de las personas que estaban con él, en el momento y lugar. De repente, llegó una foto del banco de madera donde se sentó a descansar, sin saber que era para siempre -o quizás sabiéndolo-. Veo el lecho de hojas secas alrededor y lo imagino ahí, rodeado de la naturaleza que tanto amaba. Pienso que su alma escogió un lugar y un día especial, el 11.11 en uno de los bosques más antiguos del planeta Tierra. Humpback Rock se sustenta por una formación de granito creada durante la orogenia Grenville en el fondo del océano hace aproximadamente mil millones de años. Ahí fue dónde Sharathji se juntó con el Todo. Se fue con la brisa del otoño, en un susurro, en un cerrar de ojos. En un lugar muy especial.
De nuevo, las preguntas:
-¿Por qué, por qué?-
Entonces, Instagram se convirtió en una galería de fotos de Sharathji. Miles de Sharathjis por todos lados. Por un lado verlo era un consuelo, por el otro, llegaba a ser abrumador. Todos querían despedirse, agradecerle, desahogarse…
Algunos textos me llegaron al alma. No pude evitar capturarlos y guardarlos. La traducción es de Instagram así que no es buena. Aún así, comparto algunos porque creo que ayudan a procesar este duro momento:
Este es de una cuenta de IG @rushikulam
Este texto es de @mysoreyogarecife:
Y este es de @timfieldmannyoga:
Despidiendo a Sharathji
Me pasé la primera semana atesorando recuerdos y sentimientos porque los siento muy parecidos a los míos. Me creé una carpeta en instagram con todas las publicaciones que veía sobre él. Se empezaron a organizar ceremonias de despedida. Vi la de Kino y me consoló y ayudó muchísimo. El sábado mi amiga Vivi me invitó a su shala y le cantamos un mantra, uno que se canta en despedidas.
Aquí lo puedes escuchar y cantar.
Tuvimos la suerte de tener a Anna Constanza dando un curso en Tenerife y nos lo explicó. Es el Mahamrityunjaya Mantra, también llamado “Tryambakam Mantra”, es un verso del Rigveda. Este pacífico canto espiritual está dirigido a Tryambakam, “el de los tres ojos”, un avance de Rudra, más tarde identificado como Shiva.
Om trayambakam yajamahe
sugandhim pusti vardhanam
urva rukham iva bandhanan
mrityor muksiyam amrita
Anna nos dijo que el nombre se traduce como “Victoria de la muerte”. Y el resto sería algo así:
Invocamos a Shiva, el que tiene 3 ojos del que emana un olor divino. A él le estamos pidiendo que nos libere de la muerte para alcanzar la inmortalidad, como un calabacín que se cae de su rama por su propia fuerza y madurez y corta con las ataduras, con libertad, naturalidad.
Es un mantra muy potente, se canta 108 veces. La repetición de mantras es una práctica espiritual que se llama Japa Mala y Sharathji siempre la recomendaba. Estoy muy agradecida a mi querida Vivi, por invitarme porque en ese momento de profunda tristeza, sienta muy bien contar con una comunidad de gente tan amorosa, que te arropa, te entiende y te da fuerza. Eso también es mérito de Sharathji. Él nos unió :)
La última lección
Y todo cambió, porque nada es para siempre. Esa fue su última lección. Ese instante, su partida, cambió la vida de todos los ashtanguis cuyas ilusiones y sueños eran practicar bajo su guía, en Mysore, la fuente del ashtanga yoga, o en sus giras por el mundo para transmitir este hermoso legado que le dejó su abuelo. Una familia yogui. Cuando pienso en su mujer, hijos, su madre, su hermana, Usha… qué tristeza más grande. Nosotros nos sentimos huérfanos de maestro, con los corazones llenos por el amor y la unión de la comunidad, pero también rotos y vacíos sin nuestro gurú, pero ¿ellos? Ellos han perdido un padre, un hermano, un amigo…
Esta noticia tambaleó nuestra vida, rompió nuestros sueños… ya nada volverá a ser como antes. Y resulta que “el antes” era bueno, nos hacía felices, y lo sabíamos. Creo que lo bueno de esto es que la mayoría de los que lo llegamos a vivir alguna vez, lo valorábamos y agradecíamos. Era nuestro tesoro y, por eso, nos está doliendo tanto. Era único, especial. Perdonen si hablo por los demás, pero creo que coincidimos en que ir a Mysore hacía crecer nuestra devoción, fe, entrega, amor, unión… Somos muchos ashtanguis los que hemos vivido o pretendíamos vivir momentos felices en Mysore y decir adiós es muy duro. Quizás volvamos, pero nada será igual. El cambio y la incertidumbre asusta. Hay muchas preguntas en el aire. Preguntas que dejamos para después porque todavía necesitamos hacer el duelo.
Lo que está claro es que hay una lección que aprender: No dejes nada para después. La vida es ahora.
ME PREGUNTO: ¿CUÁNDO SE CONVIRTIÓ EN MI MAESTRO?
Honestamente, no identifico un momento exacto en el que Sharathji se volvió mi maestro. Se fue colando poco a poco. Quizás en el segundo y último viaje se consolidó esa conexión, pero creo que fue en la pandemia cuando supe que, sí o sí, iría a Mysore. Durante esas clases y conferencias, a través de la pantalla, sentía que me hablaba al corazón, sentí su mensaje en primera persona por primera vez. Aunque ya había calado en mí su mensaje, a través de mi maestra Gri, yo necesitaba vivirlo por mí misma. Decidí que iría a Mysore y tendría mi propia vivencia.
Después de la pandemia empecé a asistir a Gri y apliqué para Mysore, pero al final, cancelé el viaje por miedo. Mi primer viaje finalmente fue en agosto de 2022, y a la vuelta fue cuando Vivi y yo creamos el podcast Mysoreando. Precisamente porque valorábamos mucho lo que era ir allí, y porque queríamos hacer llegar nuestra forma de vivir el ashtanga yoga bajo su guía, el ashtanga yoga según la tradición. El siguiente viaje lo hicimos juntas, hace solo un año, en diciembre de 2023, donde grabamos un montón de entrevistas.
Y así, casi sin darme cuenta, estaba organizando mi vida para poder ir a Mysore cada año, poniendo mi trabajo patas arriba y haciendo algunos sacrificios, pero yo sentía que tenía que ir siempre que pudiera. Recuerdo perfectamente estar allí en esa enorme shala, mirar alrededor y pensar en lo afortunada que era de vivir esa experiencia. Lo que se vivía allí era algo único. Recuerdo también pensar en que eso no sería para siempre y que tenía que aprovechar siempre que pudiera. Claro, nunca pensé que esa iba a ser la última temporada de Sharathji, pero sí que podría haber circunstancias que me impidieran ir y, por eso, siempre que pudiera intentaría ir.
La primera vez que lo vi recuerdo pensar “qué hombre más normal”, pero a la vez me daba mucho respeto interactuar con él. En mi primer viaje, en 2022, todavía la pandemia estaba reciente. Me sentía extraña en India y, además, tenía reciente la lesión del serrato. La primera vez que se me acercó a hacerme el catching, le conté lo de mi lesión, estaba nerviosa. Él me dijo que lo haríamos fácil y suave y también me dijo una frase: “is not mandatory“ (no es obligatorio!). Después de haber oído tanto sobre que él era estricto con el catching y que había que hacerlo todos los días, desde ese primer contacto desapareció la presión. Hice lo que pude y él me dijo “easy for you“. Lo que yo viví con él y lo que entiendo de su abordaje con las asanas es que siempre lo íbamos a intentar, pero en ningún momento te iba a obligar a traspasar límites. Yo creo que él tenía unas pautas generales para todos, pero luego en las distancias cortas, como digo yo, en lo individual, te trataba con empatía y amabilidad. También creo que su experiencia ayudaba mucho y podías confiar plenamente al ponerte en sus manos Sus ajustes eran precisos y no se sentían forzados. Te llevaba con delicadeza al lugar que tu cuerpo podía. Nada más.
En esa temporada mientras me ajustaba paschimottanasana se puso a leer mi tarjeta y me dijo algo así como: “Mmmh, Mercedes, alemana, ¿no? y yo “no, española, jeje”. Es que su coche era un Mercedes, jaja. En el primer viaje y el primer mes siempre hacías solo la primera serie y cuando pasaba el mes ya te empezaba a agregar de segunda si lo creía oportuno. A mí me dio pasasana en ese viaje pero solo fui un mes así que no fue hasta el segundo viaje, la temporada pasada, cuando experimenté lo de que te avanzara posturas.
Para mí la magia de practicar en Mysore, era que él te viera, era recibir su bendición. Para mí no era la bendición de cualquier maestro o maestra. Era la suya, la del máximo representante del ashtanga yoga. Por eso, cuando en el segundo viaje un día me dijo: “tomorrow show me pasasana”, cuando llegó el momento de enseñársela me puse super nerviosa, jaja. Me salió, pero qué nervios durante toda la práctica… No solo porque me la viera, sino porque se podía dar la situación de que estuviera en el otro lado de la shala y tener que llamarlo o esperar a ver si me veía o no. Todo eso era un tema, jaja. Pero yo, esa vez, tuve mucha suerte y estaba al lado. Le dije: “show you pasasana?” -en inglés indio, jaja-. Y bueno, cuando vio el segundo lado me dijo: “good pasasana, tomorrow until bhekasana”. Un montón de posturas del tirón. Para resumir: en mi corta experiencia con él, unas veces tardó mucho tiempo en darme la siguiente postura y, otras veces, hizo esto de darme muchas de golpe. Lo que siempre hizo fue ajustarme desde la compasión y la exigencia justa.
UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Hay muchas cosas que se me quedaron grabadas porque nunca las he vivido en otro lugar. Cuando acababa la práctica íbamos al vestuario, nos cambiábamos y para salir teníamos que pasar por delante de donde estaban todos practicando. Muchos de nosotros lo buscábamos con la mirada y, con las manos juntas a la altura del pecho, le hacíamos una especie de reverencia, una señal de agradecimiento, de respeto. Otras personas, normalmente de nacionalidad india, pero también practicantes ya más veteranos, se acercaban a tocarle los pies. Era un momento en el que conectabas con él directamente. Él te hacía un gesto como que recogía el agradecimiento y cuando le hacían lo de tocarle los pies, se llevaba la mano al corazón. Lo de los pies es algo muy común allí, se le hace a las personas mayores, a los maestros y también porque se cree que da buena suerte, que trae cosas auspiciosas.
Qué bonito es tener en mi cabeza ese recuerdo y su mirada de complicidad.
Luego, en las conferencias de los sábados, cuando nos contaba anécdotas o nos recitaba textos sagrados, gracias a sus palabras yo recordaba mi propósito, le daba significado a todo el esfuerzo, a la práctica, y en definitiva, a la vida. Lo sentía como una persona de buen corazón, su mirada era limpia y pura, con la chispa de un niño. Su sonrisa era capaz de iluminar ese pabellón gigantesco. Se fue demasiado pronto para mí, que apenas estaba empezando mi camino con él. Ese es el vacío que siento, el saber que no podré seguir aprendiendo de él.
Desde que fui a Mysore, cuando practico, a veces oigo su voz o siento su mirada. Lo siento presente. La segunda práctica que hice después de saber de su partida, la hice para él, como si lo tuviera delante. Le dediqué mi kapotasana, la postura en la que me quedé allí. Lo recuerdo dándome consejos para agarrarme un talón que se me resistía. Pensé que quizás puede verme desde donde esté y en las posturas que me cuestan intento dar lo mejor de mí. Sin duda, al recordarle, siento una energía especial, una energía de conexión y unión. Intentaré mantener esa llama viva dentro de mí. Les confieso que hasta mí misma me ha sorprendido lo mucho que he sentido su pérdida. No era consciente de que mis sentimientos fueran tan profundos, de que mi vida estuviera tan ligada a su existencia. Por eso, entiendo que mucha gente no entienda por qué estoy tan afectada. Creo que no soy la única que se siente así, hasta un chico escribió un texto llamado “Por qué está llorando tu amigo yogui” para hacer entender a nuestro entorno por qué estamos tristes.
Hay un recuerdo que es una tontería, pero ahora me hace ilusión. Un día salí a comprar a la frutería, a una hora no muy transitada. Creo que era después de comer, el día de nochebuena o un día navideño. Iba yo pensando en mis cosas y cuando fui a cruzar me di cuenta de que venía un coche grande y resultó ser él, jaja. Imaginé que iría a casa de su madre. Simplemente nos encontramos con la mirada y me saludó sonriente. Yo me quedé contenta porque, además, me había hecho catching ese día. Luego, recuerdo que en alguna conferencia nombraba que veía a sus estudiantes caminando por Gokulam y yo pensaba “como a mí”, jaja.
UN TIPAZO
“Un tipazo”, dijo mi maestra Gri para resumir, en una palabra, lo grande que era. Humano, sencillo, humilde, bueno, con sentido del humor… esas eran algunas de sus cualidades. Y a veces también daba gritos, jaja. Se preocupaba para que todo funcionara perfectamente y, por eso, ponía unos horarios y unas normas. Si te salías de eso, podías oírlo desde el otro lado de la shala gritando cosas como: “close the door”, “who told you to do that”, “why are you late?”. Y el mítico “one more!” cuando nos llamaba a practicar, o “one more tall”, “one more small”… Algún día, si les da curiosidad y no lo vivieron, les puedo contar un poco más en detalle esto que es algo muy característico. Quizás, lo podemos comentar en el podcast. En definitiva, en la shaa, Sharathji sabía muy bien cuál era su papel y lo cumplía con creces.
UN REVOLUCIONARIO
No sé si a los demás les pasa igual, pero yo siento que le entendía, entendí su mensaje desde el primer momento. Creo que gracias a él éramos cada vez mejores practicantes de yoga y que lo que venía iba a ser mucho mejor. Su mensaje era sencillo y sin pretensiones. Era mucho más profundo de lo se veía en apariencia, porque no hacen falta muchas florituras para transmitir la esencia de lo que significa el yoga. Su compromiso con sus estudiantes era de admirar. Qué voluntad y qué gran responsabilidad. Siento que, mientras el ashtanga era criticado por diferentes lados, él hacía su propia revolución llenando los corazones de practicantes de todo el mundo con un mensaje de humildad.
Y aunque, probablemente, no todos lo entendieran o lo valoraran igual, no importaba porque él no pretendía nada. Él solo daba y daba, solo hacía ese papel que asumió sabiendo la responsabilidad que tenía. Pero su grandeza mayor, por encima de ser el Paramaguru, siempre fue el amor que demostraba por su familia. Era un padre comprometido. Eso le daba todavía más valor, porque era una persona normal haciendo lo que podía y debía a la vez. Lo que hacía tenía muchísimo mérito.
Cuando su abuelo Guruji Pattabhi Jois falleció en el año 2009 a la edad de 94 años, él tuvo que coger las riendas y guiar a toda una comunidad internacional de practicantes. “Se mantuvo firme” –dijo alguien-. No debió de ser fácil. Ver en primera persona su dedicación y compromiso con los estudiantes me dejó asombrada. No faltaba nunca. Durante la temporada de clases se despertaba a la 1 de la mañana para hacer su práctica y después, estaba desde las 3 y pico, creo, hasta las 10 de la mañana enseñando sin descanso…Aunque fuera pura vocación, se dice fácil, otra cosa es hacerlo. Además, sabiendo la cantidad de gente que le quería y le seguía hasta el fin del mundo, él seguía igual, humilde. Sus principios eran sólidos y coherentes con los de un maestro de yoga.
SU PRECIOSO LEGADO
Ahora que nos ha dejado, y como pasa muchas veces, tengo la sensación de que se ve y valora más claramente su mensaje, su legado. Se ve el cariño de su comunidad, se ve la unión que él promovió, se ve la gran labor que hizo. El futuro es incierto, él es irremplazable pero, sin duda, dejó un mundo mejor. Y se podrán decir, y se dicen, muchas cosas de nosotros, los ashtanguis, pero la unión y la fuerza que he visto estos días, el amor tan fuerte hacia nuestro gurú no sé si se ve muy a menudo en otros estilos de yoga. La realidad es que somos una gran familia repartida por todo el mundo. Él estaba orgulloso y muchas veces “presumía” de tener alumnos en más de 100 países. Aunque también en esta comunidad, igual que en todas las familias, hay discrepancias y conflictos, y ya veremos cómo vamos reaccionando ante esta nueva realidad que se nos presenta sin nuestro guía.
Por lo pronto, la shala ha comunicado que esta temporada van a abrir para hacer autopráctica, sin profesor, sin ajustes y que todos tienen que hacer hasta la última postura que les haya dado Sharathji. Mucha gente irá, pero otras personas preferimos esperar a que tranquilamente se decida cómo se va a continuar. Para mí es un esfuerzo grande ir a Mysore, así que prefiero esperar a ver qué dirección toma todo, pero me da muchísima pena.
La nueva serie: the active series
Sharathji justo se encontraba en EEUU presentando una nueva serie: The Active Series, una serie de ashtanga simplificada. El libro de esa serie se podrá comprar en la web de Sonima el 29 de noviembre. En esa web hay muchos vídeos interesantes de Sharathji, pero ahora les recomiendo ver este vídeo homenaje.
No me puede hacer mayor ilusión poder tener ese libro entre mis manos. Para mí esa era su verdadera misión: que el yoga fuera accesible para todos, que todo el mundo se pudiera familiarizar con el yoga. Y será parte del precioso legado que nos deja. De todos nosotros depende transmitirlo de una forma pura y respetuosa, que honre, de verdad, todo el esfuerzo que él hizo por nosotros.
Siempre me ha dado tristeza que se nos considere un estilo de yoga solo físico. Incluso en este momento de duelo, he leído comentarios al respecto. Si alguien que opina esto me lee, les pido -con todo mi cariño- que se abran a la posibilidad de estar equivocados. La transformación espiritual que ocurre al practicar ashtanga, siguiendo el método tradicional, es real. Quizás haya personas a las que se le ha transmitido mal y, de corazón, les digo que es una pena. Las personas que se creen que han practicado ashtanga porque han hecho de vez en cuando la secuencia de posturas de la primera serie, perdonen que les diga, no han practicado el método, se han quedado en la superficie. Quizás, simplemente no sea su camino, y eso está bien. No lo sé. Cada uno es libre de tomar sus decisiones. Lo que me da pena es que nos critiquen o se hable con desprecio de este método. Pueden hablar todo lo que quieran, pero pocas herramientas existen tan transformadoras como el ashtanga yoga. Es cierto que requiere un esfuerzo, un compromiso grande, pero lo que te devuelve no tiene precio.
LA CEREMONIA PARA SU FAMILIA Y ESTUDIANTES
El 24 de noviembre tuvo lugar una ceremonia tradicional hindú en la que se celebraba la entrada de Sharathji a Vaikunta, la morada celestial de Vishnu, y brinda la oportunidad de recordar a Sharathji y orar por la paz eterna de su alma y el bienestar de su familia. (La puedes ver aquí). Me llamó la atención que tanto Andrew Hillam -coautor del libro de la nueva serie por lo que entendí en esta ceremonia- y Shraddha -su hija-, comentaron en sus discursos algo que solían decir tanto Sharathji como Guruji Pattabhi Jois:
“Todo el mundo puede practicar yoga excepto las personas perezosas”
Quizás su propósito o dharma en esta vida estaba ligado a esa misión de hacer el ashtanga accesible para todos. Siempre lo pensé y cuando ayer vi la ceremonia, Andrew me lo confirmó. Parece ser que Sharathji era consciente de que el ashtanga yoga se percibía en el mundo como algo difícil y que mucha gente ni siquiera lo quería probar. Sharathji quería cambiar esto y que todo el mundo pudiera obtener los beneficios del yoga y, por eso, creó esta nueva serie. Una serie a la que la gente no le tuviera miedo. Esta serie tiene los mismos beneficios que ashtanga yoga. Es ashtanga yoga. En esta serie hay posturas de las series de ashtanga y es una práctica simplificada, pero con el mismo método. Y, Andrew, continua diciendo que hace poco Sharathji le contó algo que nunca había escuchado, le dijo que esto era algo que solía discutir con su abuelo Guruji Pattabhi Jois y que él estaba de acuerdo en que necesitaban crear algo más accesible, más sencillo. Por último, Andrew dijo que tuvo la oportunidad de practicar la serie y que sintió algo especial, que él ha practicado modificando posturas, por lesiones o adaptar para sus alumnos, pero que aquí hay algo muy especial que surge solo de la experiencia de alguien como Sharathji, que ha enseñado durante tantos años y a tantos alumnos. Le dijo que estaba probando estas posturas, estaba tratando de ver cómo crear esta serie, dijo que a veces la practicaría y que si practicas esta serie puedes sentir una energía especial. Esta serie la creó junto al Centro de Ciencias Contemplativas de Virginia que le apoyaron para crearla y quería hacer formaciones anuales de tres o cuatro semanas para que los profesores autorizados enseñaran esta serie por el mundo, pero que en Mysore se mantendrían las series tradicionales. Por último, pidió paciencia para la gente que pregunta si pueden practicar la serie activa, dijo que, ahora que han acabado los rituales, la familia tendrá tiempo para reflexionar sobre cómo continuar su legado, para pensar en cómo querría Sharathji que continuara.
El discurso de su hija Shraddha también fue muy tranquilizador, verla a ella y a su hermano con esa integridad teniendo la muerte del padre tan reciente es un gran ejemplo, su actitud es en sí misma una lección de lo importante de la vida: el presente. Su sonrisa y la luz en sus ojos mientras hablaba del padre me da esperanza en lo que vendrá.
En definitiva, esta ceremonia, aclaró muchas cosas y me dio mucha tranquilidad. Nunca sabremos cómo habría implementado él la serie, pero tras ver la ceremonia, siento que esta serie va a trascender de alguna forma y que no quedará en el olvido. También me pareció muy interesante lo que cuenta Andrew de lo que sintió al practicar la serie.
Si me conoces te puedes imaginar que siempre he defendido que todos podemos practicar y que el ashtanga es una practica personalizada, o que así debería transmitirse. Me da mucha pena no tener la oportunidad de practicar con él el tiempo suficiente para obtener su bendición. Igualmente quiero seguir mi camino como si él estuviera ahí, guiándome y, sin duda, trataré de transmitir el ashtanga yoga que aprendí de él, no solo en primera persona, sino gracias a mi maestra. De hecho, creo que gracias a todos los maestros que se formaron bajo su guía, mantendremos vivo este precioso legado.
EL CAMINO ESTÁ CLARO
Querido Sharathji, lo diste todo por nosotros. Te doy las gracias desde lo más profundo de mi corazón. Gracias por tu sacrificio, por tu amor y dedicación. Gracias por tu humildad. Gracias por llegar a tantos corazones. Gracias por cada sonrisa, por cada mirada. Gracias por tu enorme dedicación. Gracias por tu precioso legado.
Eres y serás querido y recordado como un verdadero Gurú. Ahora nos toca a nosotros, tus alumnos y maestros de todo el mundo, coger la antorcha para seguir iluminando el mundo, que buena falta hace. Familia ashtangui, estemos unidos en este duro momento. Como dijo Kino en la ceremonia de su despedida en Miami: El yoga nos mostrará el camino.
La luz del gurú nos guió y nos seguirá guiando.
Gracias por todo Sharathji. Descansa en paz.
Con amor,
Merce ✨
PD: Si te apetece, ¡deja un comentario! Por ejemplo, puedes contar algún recuerdo bonito con Sharathji, contar cómo te sientes con esta noticia, o lo que tú creas…, pero me encantaría leerte. ¡Gracias!
Y gracias, Merce. No dudes que este texto tuyo reconforta y ayuda. Qué suerte poder tener nuestra práctica ✨
Gracias por el post, Merce. Yo nunca he ido a Mysore, ni tenía intención de ir. Pero siento que Sharath, como maestro de mi maestro también era de alguna forma, mi maestro. Y estos días están llenos de tristeza por su muerte, pero sobre todo de amor por su legado. Un abrazo.